A
lo largo de nuestra vida y afortunadamente para nosotros, tenemos plena
libertad para elegir que vía o que camino queremos tomar. De hecho, desde la
filosofía se habla de un concepto de hombre como libre, con capacidad de elegir
cuáles serán sus creencias y valores. No obstante, es necesario tener presente
de que aquello que elegimos trae consecuencias y como tal debemos hacernos
cargo de eso.
Así
por ejemplo si estamos insertos en un trabajo que no nos satisface, tenemos la
posibilidad de elegir entre resignarnos,
resentirnos y/o quejarnos o bien reclamar y conciliar posiciones para lograr
una armonía con los otros. También está la opción de salir de ese lugar a
encontrar otras alternativas que nos ayuden a expandir nuestros aprendizajes y
experiencias.
Por
lo tanto, lo relacionado con resignarnos, resentirnos o quejarnos se asocia más
a una posición de victima mientras que el reclamo, la conciliación, negociación
o bien soltar la situación para encontrar algo mejor, tiene que ver con una
postura y actitud de protagonista.
Acá
tocamos un punto importante y por ello me gustaría detenerme. Me refiero a que
es muy importante para poder entender ambas posturas hacer la diferencia entre
lo que significa una queja y lo que significa un reclamo.
La
queja se refiere al otro u a otros, no se centra en un hecho particular y sólo
sirve para que te descargues pero no te da una solución real al malestar que
estás sintiendo. Al contrario te inserta en un círculo vicioso de queja – descarga
- me siento comprendido/a - recupero algo de fuerza para seguir aguantando,
etc. o sea no entrega soluciones, por lo que no es efectiva.
En
cambio el reclamo se dirige hacia la persona que nos causa el malestar y por
ende busca una solución. No solo buscamos descargarnos, sino que además
buscamos ser honestos y manifestar nuestra disconformidad, pero apuntando a una
solución.
Por
lo tanto cuando nos quejamos no nos hacemos cargo mientras que cuando hacemos
un reclamo nos hacemos cargo y parte del problema con miras a una solución. “si
no somos parte del problema, tampoco somos parte de la solución”
¿Cuáles
son entonces las diferencias entre una actitud de víctima y una actitud de
protagonista? (a continuación les dejo un cuadro comparativo)
Actitud de Víctima |
Actitud de Protagonista |
Reacciona |
Elige sus respuestas |
Se queja |
Reclama |
Culpa a otros y a sí mismo |
Encuentra soluciones |
Modula la voz para dar lástima |
Mantiene su tono de voz y lo usa para resaltar lo que cree importante |
Vende historias y explica lo que no logra. Se cuenta historias para angustiarse y enojarse |
Se cuenta historias que abren posibilidades para la acción. Se hace cargo de los resultados que consigue |
Dice “no puedo” |
¿Qué más puedo hacer para lograrlo? |
Critica por atrás |
Pide permiso para dar y recibir feedback |
Su estado de ánimo determina sus acciones |
Separa su estado de ánimo de su compromiso |
Se mira el ombligo (piensa sólo en sí mismo) |
Vive en el dar y servir a los demás. |
Busca la comodidad (evita el riesgo) |
Usa el riesgo como puente para el logro |
Está comprometido con no perder |
Está dispuesto a perder y vive comprometido a ganar |
Y
tú:
¿Cómo
aplicarías en tu vida cotidiana esta posibilidad de elegir?
¿Para
qué continuar en una posición de víctima cuando podemos asumir una de
protagonista?
Si
es más efectivo hacerse responsable, ¿Por qué es más frecuente hacerse víctima?
Fuente:
Metamanagement, Fredy Kofman
Ps. Vanessa Evans P.